Afganistán


La Piedra de la Inocencia

La Piedra de la Inocencia

En la cultura irania, la piedra de la paciencia es una piedra a la que uno le va contando sus preocupaciones y secretos, todo lo que uno no quiere o no se atreve a contar a los demás hasta que un día estalla y todo desaparece con ella. En esta historia, la piedra es el marido en coma de una mujer, una mujer que decide que va a contar todo aquello que ha callado durante su vida y nunca compartió con él mientras estaba consciente.

La novela es cruda y poética al mismo tiempo, utiliza un lenguaje muy cinematográfico, engancha al lector desde la primera página y deja una huella perdurable tras su lectura. Es una historia de Afganistán, sí, pero también una historia de cualquier otro lugar, y sobre todo una historia con la que quizá pueden sentirse más identificadas las mujeres que los hombres. Yo la leí hace ya un par de años y ahora viendo la película me han dado ganas de releerla otra vez, y por supuesto que os la recomiendo muchísimo (como también la nueva novela del mismo autor, Maldito sea Dostoyevski, que disfrute mucho leyendo este verano)

El autor de La piedra de la paciencia, que ha sido traducida al castellano, es el afgano Atiq Rahimí, también director de cine. Esta película es una adaptación de la novela del mismo nombre en la que Rahimí consigue captar con imágenes todo aquello que nos relata con palabras en su novela, todo acompañado con un reparto de lujo en el que brilla la actriz iraní Golshifteh Farahaní. Una gozada visual que no os dejará indiferentes… y además ya disponible en YouTube con subtítulos en inglés para todo el que no se pueda esperar a conseguirla con subtítulos en castellano o verla en el cine.

Noorjahan Akbar - نورجهان اکبر

Noorjahan Akbar – نورجهان اکبر

Escrito por Noorjahan Akbar y publicado en las páginas de opinión de The New York Times, dentro del blog de Nicholas D. Kristoff titulado «On the ground», traduzco este artículo cuyo original en inglés puede leerse aquí. La razón por la que lo traduzco y cuelgo aquí es que me parece importante conocer las acciones que toman las mujeres en Afganistán para crear conciencia sobre el acoso sexual que se vive a diario y que parece no estar mal visto socialmente. Teniendo en cuenta que una de las razones que se esgrimieron en su día para ocupar dicho país fueron los derechos de las mujeres, es necesario que sigamos estos pequeños gestos y protestas y que los apoyemos, especialmente cuando es un testimonio tan sincero y en primera persona como el de Noorjahan. Huelga decir que esto es un trabajo desinteresado por el que no me llevo ningún dinero.

Noorjahan Akbar es una joven de 20 años cofundadora de Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change), una organización que lucha en contra de la discriminación sexual y la desigualdad en Afganistán. Ha trabajado con mujeres y niños desde que tenía 12 años y comenzado un programa de radio dedicado a los adolescentes afganos.

Además, Noorjahan también ha investigado sobre la música folklórica de las mujeres afganas, traducido una colección de historias cortas para niños afganos y ha dado clase de escritura creativa en orfanatos. En la actualidad estudia en el Dickinson College de Pennsylvania. Podéis seguir la actividad de su organización también por Facebook.

Estaba nerviosa cuando me levanté la mañana del 14 de julio de 2011. Las pancartas estaban listas, los panfletos y folletos impresos, y lo que iba a vestir elegido. Había recibido llamadas de la policía confirmando que nos enviarían a 10 oficiales para protegernos. Los medios estaban informados y ya habíamos contactado con las organizaciones de mujeres. Todo estaba preparado, pero aún así estaba nerviosa.

Las protestas y marchas de mujeres no son nada comunes en Afganistán, y esta era la primera vez que organizaba una. Quería crear conciencia sobre el acoso sexual callejero e identificarlo como un problema en un país en el que la mayoría de los afganos bien niegan que exista o bien le echan la culpa a las mujeres. Todas las mujeres que conozco, ya lleven burqa o vistan simplemente de forma conservadora, me han relatado historias de acoso en Afganistán. Este acoso va desde comentarios sobre la apariencia hasta toqueteo y empujones. Incluso mi madre, una maestra de más de 40 años siempre vestida en su uniforme escolar, llega a casa enfadada casi todos los días a causa de los comentarios inapropiados que recibe, muchas veces proferidos por jóvenes mucho más jóvenes que ella, y otras por hombres de blancas barbas que se sientan en los bordillos de las aceras. Apenas tres días antes de esta marcha me metieron mano en frente del orfanato donde enseño escritura creativa.

Enfurecida, llamé a mi madre y le dije que no quería enseñar nunca más. No obstante, una vez que empecé a organizar la marcha retiré lo dicho.

El día de la marcha, nos encontramos frente a un restaurante. Por alguna razón que aún me es desconocida el dueño del restaurante se negó a dejarnos pasar, por lo que nos refugiamos en la Casa de la Cultura Afgana, un centro que pertenece a una mujer. Éramos unas 25 . La reunión fue breve y muy emotiva, seguida de abrazos y buenos deseos.

Momentos más tarde nos hallábamos en frente de la Universidad de Kabul, donde dimos comienzo a la marcha, y en donde se nos unieron otras 25 personas. Pronto, este grupo de 50 manifestantes se vio rodeado de medios afganos e internacionales. Tras unas cuantas entrevistas, empezamos a caminar hacia Comisión Independiente Afgana de los Derechos Humanos. Mientras, pasábamos folletos, hablábamos con la policía y los simpatizantes, e indicábamos el camino a los medios, lo que me hizo experimentar un sentimiento increíble de esperanza y de poder. En las caras de mis compañeras, leí esperanza, orgullo y solidaridad. Me impresionó cómo todo había ocurrido tan de repente. Habían pasado menos de dos meses desde que Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) se había reunido por primera vez.

Ni siquiera había soñado con este día cuando en mayo de 2011 mi amiga Anita Haydary y yo anunciamos en Facebook que estábamos organizando un encuentro el día 25 de mayo en Kabul para hablar sobre discriminación sexual y desigualdad de género. No esperábamos más de 15 personas, y sin embargo acudieron más de 75 mujeres de distintas edades, etnias y orígenes. Unas diez mujeres afganas y afganas-americanas se nos unieron vía Skype desde Washington D.C.. Esta reunión organizativa fue seguida de muchas otras.

Foto de la protesta en Kabul

Foto de la protesta en Kabul

Durante este proceso, tuvimos que luchar contra la desesperanza cuando la policía nos prohibió encontrarnos en la Universidad de Kabul porque «no querían que las mujeres les causasen problemas». Tuvimos que perseverar cuando nos enfrentamos a la humillación, acoso e insultos mientras intentábamos fundar Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) como una organización sin ánimo de lucro. Tuvimos que mantenernos fuertes y simplemente sonreír cada vez que alguien nos preguntaba con incredulidad y una sonrisilla de suficiencia: «Todas vosotras sois muy jóvenes y además mujeres; ¿cómo podréis llevar una organización?» Y además de eso, continuamos soñando y haciendo planes incluso cuando apenas una o dos mujeres acudían a alguna de las reuniones.

Al final y a pesar de todo formamos Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) una organización comprometida con la igualdad de género. Primero decidimos centrarnos en un problema al que todas nos enfrentábamos: el acoso callejero. Diseñamos una campaña que incluía pósters, folletos, anuncios en la radio, redes sociales, entrevistas televisadas y debates, y la primera marcha contra el acoso callejero a las mujeres. Pronto nos encontramos escribiendo consignas como «El Islam y la ley prohíben el acoso a las mujeres«, «Tengo derecho a pasear en mi ciudad sin peligro«, «Estas calles también son mías«, «No me callaré la próxima vez que me insultes«, y muchos más. Lo siguiente que supimos fue que estábamos marchando calle abajo, acompañadas por grupos de hombres que nos apoyaban, así como de miembros de la policía y los medios. Ya no me sentía nerviosa. Estaba orgullosa.

El jueves 14 de julio de 2011 fue el primer día que sentí que pertenecía a la ciudad en la que había vivido durante casi toda mi vida. Me di cuenta de que las mujeres que caminaban con sus tacones y velos – y también los hombres que las apoyaban  –  tenían una gran fuerza y poder esperando a ser desatado, que me hizo sentirme muy orgullosa de estar entre ellos.

A pesar de la historia de guerra de Afganistán, y sus noticias llenas de violencia, ataques suicidas, talibanes y corrupción, había encontrado algo de lo que sentirme orgullosa en mi país. Este fue el momento en el que me enamoré de Afganistán.

Desde entonces, Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) ha podido obtener el estatus de organización sin ánimo de lucro, formar un grupo masculino de apoyo, organizar charlas mensuales sobre temas relacionados con la mujer y los estudios de género, reunir libros para construir bibliotecas en las ciudades de Kabul y Helmand, y empezar a llevar a cabo una investigación sobre el acoso callejero en Kabul gracias a una nueva beca. Durante esta aventura, mi amor por Afganistán y su gente ha crecido de una forma tremenda. Ello no quiere decir que antes no amase a mi país; pero cuando he visto la capacidad y la motivación de formar un movimiento feminista fuertemente enraizado en Afganistán me inspiró tanto que supe que nunca podría abandonarlo.

Rubab

Rubab

Antes de hablar del tema que nos atañe, me gustaría enviar desde aquí mis condolencias a los habitantes del pueblo de Lorca, esperando que su situación se normalice lo antes posible. Para seguir las últimas noticias relacionadas con el terremoto, os recomiendo elpais.es, que está dedicando una muy buena cobertura al asunto.

El documental que podéis ver a continuación ha sido producido por el Agha Khan Trust for Culture, englobado dentro del Agha Khan Development Network, que tiene como objetivo revitalizar y dar a conocer la cultura islámica.

Muy brevemente explicado pues no es el centro del post, el Agha Khan es el imám de los chiíes ismailíes, puesto que ellos creen que el imamato continua en los descendientes del hijo mayor de Jafar al-Sadiq, Ismail ibn Jafar. «Agha Khan» es un título honorífico – claramente turco – concedido por uno de los reyes de las dinastía Qajar que peor fama ha tenido, Fath Alí Shah. Fue en tiempos de Fath Alí Shah se firmó con Rusia el tratado de Turkmençay y Azerbaiyán quedó dividido en dos, división existente hasta nuestros días. El primer Agha Khan fue el 46º imám ismailí y el título continúa hasta nuestros días, siendo el presente imam el 49º imam y cuarto Agha Khan.

Respecto al «robab», decir que es un instrumento similar a un laúd muy utilizado en la música tradicional de Afganistán y Pakistán. Se puede leer más sobre este instrumento en su artículo de Wikipedia.

En el documental, Humayun Sakhi nos explica cómo se enamoró del instrumento y aprendió a tocarlo, haciendo de ello su profesión. Originario de Afganistán, debido a la guerra, se vio obligado a emigrar a Pakistán donde a pesar de la adversidad de dedico aún con más devoción a mejorar su técnica con el instrumento, grabó cassettes y se hizo popular con sus actuaciones. Actualmente reside en California, donde hay una gran comunidad afgana.

A lo largo del documental, se intercala su historia con música de robab, podemos ver cómo se afina, los ensayos, escuchar piezas, y en general aprender más sobre el ambiente de los músicos afganos y la cultura de este país y su diáspora. Espero que lo disfruteis.

¡Ah! Antes de que se me olvide, he encontrado este vídeo en eltumblr de Taimur Khan, el autor del blog sobre Ghani Khan que mencione en mi entrada sobre Uth Records, a quien también podéisseguir en Twitter. Por lo que he podido ver, es una persona interesada en temas muy variados, desde música hasta ciencia, y postea un montón de enlaces muy buenos.

Ahora sí que sí, disfrutad del documental:

 

yeni iliniz qutlu olsun

Yeni iliniz qutlu olsun - Feliz año nuevo

El Norooz, literalmente «nuevo día», es una fiesta celebrada por muchos pueblos diferentes el día 21 de marzo para conmemorar la llegada de la primavera y el fin del año iraní. Si bien la celebración siempre es el día 21, la hora a la que termina el año es siempre diferente, con el fin de evitar las inexactitudes inherentes al calendario gregoriano y por las cuales hemos de añadir un día cada cuatro años. Esta tradición se remonta a la época de Zoroastro y algunos estudiosos creen que podría ser aún más antigua.

Esta fiesta está fuertemente arraigada en las culturas influenciadas por la cultura iraní (en su sentido más extenso) anterior a la llegada del Islam. Las vacaciones duran 13 días, y el día de Norooz se hace una comida especial y se prepara el Haft Sin, una mesa especial sobre la que se colocan sietes cosas que empiecen por la letra sin, por ejemplo: un jacinto (sonbol), monedas (sekke), vinagre (sirke), manzanas (sîb), somaq, samanu, sîr (ajo), un trocito de césped (sabze). A ello le acompañan un espejo, una copia del Diván de Hafez, un Corán, pececitos de colores, huevos pintados, velas, una naranja puesta en un cuenco con agua…

No se come sobre esta mesa, sino que sirve de decoración durante toda las vacaciones, que como hemos dicho dura 13 días. Durantes las vacaciones, la gente se visita la una a la otra, se hacen viajes y los mayores dan a los pequeños dinero como regalo (a esta propina se le llama «eidí»). El último día de las vacaciones, el 13 del mes de farvardín, se conoce como «sizdeh be dar», y ese día se retira la mesa de Noruz la gente sale al campo y pasan el día de picnic, echando las cosas del haft-sín al agua para dejar la mala suerte atrás.

En 2009 fue incluido en el calendario oficial de la ONU y declarado herencia intangible por la Unesco.

¡Y ahora me lo estoy pasando pipa pintando huevos cocidos y poniendo la mesa! Feliz año nuevo [Noruz] a todos :).

sal-e no mobarak = feliz año nuevo

sal-e no mobarak = feliz año nuevo