género


Esta entrada es una traducción del artículo en inglés publicado en la página WomenUnderSiege.org cuyo texto original puede consultarse aquí.

El mito de cómo el «hiyab» protege a las mujeres de las agresiones sexuales.

Por Josh Shahryar/Bloguero invitado — 6 de septiembre de 2012

Tenía tan sólo 6 años cuando mi familia se vio obligada a  huir de la guerra civil de Afganistán y exiliarse en Paquistán a finales de los 80. Mi hermana Nilú, 5 años mayor que yo, estaba matriculada en una escuela pública para refugiados afganos patrocinada por dinero Saudí e inspirada en la Hermandad Musulmana. Ella, como tantas mujeres musulmanas, llevaba tan sólo un simple pañuelo que le cubría el pelo.

Recuerdo a Nilú cogiendo su pequeña mochila, colocándose el pañuelo alrededor de su pelo, y yendo a su primer día de clase. También recuerdo tristemente que a su vuelta del cole les dijo a mis padres «Los guardias me dijeron ‘O te pones el hiyab completo o un chador [un burqa afgano], o no puedes venir a clase». Su pequeño pañuelo ya no era suficiente.

La escuela a la que asistía estaba dirigida por ultraconservadores.

El mito de que existe una correlación entre el hiyab y la baja incidencia del acoso sexual y la violencia contra las mujeres lo único que hace el victimizarlas.

El mito de que existe una correlación entre el hiyab y la baja incidencia del acoso sexual y la violencia contra las mujeres lo único que hace el victimizarlas.

Nilú fue obligada a llevar la forma más restrictiva de hiyab – casi como el de la mujer que aparece en esta imagen. Las cosas fueron bien hasta el siguiente año, en el que yo mismo empecé a ir a la escuela. Mi madre me sentó y me dijo que de aquel momento en adelante tendría que acompañar a mi hermana a clase todos los días.

Terminé odiándolo. Todos los días de colegio, durante años, cuando los dos juntos camínabamos hacia la escuela de Nilú, los hombres la miraban, evaluando el cuerpo que había bajo sus ropas negras, cuchicheando entre ellos, haciendo señas con sus manos, silbándole, haciéndole burlas y diciéndole piropos – a pesar de que lo único que podían ver era sus ojos.

Los hombres con los que nos cruzábamos en las aceras le decían cosas humillantes – unas cosas de naturaleza sexual que yo era muy pequeño para entender. Mi madre y mi padre querían que la acompañase a la escuela porque si no estaba con ella, ¿quién sabe qué le podrían hacer estos hombres? Crecí escuchando historias de mujeres a las que les metían mano, eran golpeadas e incluso secuestradas – todo ello mientras llevaban puesto el hiyab. Los autores de estos crímenes pertenecían a cualquier grupo étnico y eran pakistaníes y refugiados afganos como nosotros.

Aquella experiencia me dejó traumatizado, enfadado y con sentimiento de impotencia. Nunca hablamos de ello. Lo que ella no sabe es que yo sabía que estaba emocional y psicológicamente herida. No necesitaba que me dijera que no estaba siendo protegida por su hiyab. Las lágrimas detrás de su velo eran suficiente.

Aquellos recuerdos volvieron para atormentarme el martes, Día Internacional del Hiyab. En esta ocasión se celebra el derecho de una mujer musulmana a elegir cómo se quiere vestir. El pañuelo y otras formas más restritivas de cubrir el rostro y el cuerpo son conocidos ampliamente como hiyab; durante siglos se ha convertido en un símbolo del Islam conservador y, para algunos, incluso una característica definitoria de las mujeres musulmanas modestas y piadosas. Mientras que la práctica no es igual en todos los países, llevar el hiyab «conservador» significa cubrir totalmente el pelo de la mujer, y en muchos lugares incluso su cara con un velo. Hay de muchos tipos, por ejemplo el pardah (un largo y fino chal que cubre la cabeza y el torso, y que se lleva principalmente en el Sudeste Asiático), el burqa (una especie de traje azul que cubre totalmente el cuerpo de la mujer incluyendo su rostro, que se lleva en Afganistán, Pakistán y la India) o cualquier otra versión nacional de los mismos. Según las interpretaciones más conservadoras, no debe ser vistas ninguna parte de la mujer excepto su cara, manos, pies por debajo de los tobillos, y, a veces, el cuello.

Grandes avances en materia de derechos de la mujer durante los dos últimos siglos han permitido a las mujeres religiosas tomarse algunas libertades sobre cómo desean vestir. Aún así, la respuesta dominante a este fenómeno por parte del movimiento religioso conservativo ha sido separar la práctica de su naturaleza religiosa y encontrar razones para justificarlo no sólo por la observación piadosa, sino por sus supuestos beneficios prácticos.

Dejaré que un fragmento de un artículo redactado por una escritora llamada Sehmina Jaffer Chopra en el popular sitio web sobre cuestiones musulmanas Islam101.com explique lo que pasa:

Otro beneficio de llevar el velo es la protección a las mujeres. Los musulmanes creen que las mujeres que muestran su belleza a todo el mundo se degradan al convertirse en objetos de deseo sexual y se vuelven vulnerables a los hombres, que las miran como «una gratificación para el deseo sexual» (Nadvi, 8).

El hiyab las muestra como mujeres que pertenecen a la clase de mujeres modestas y castas, de tal formal que los transgresores y los hombres sensuales puedan reconocerlas como tales y no se burlen de ellas con malicia (Nadvi, 20).

El hiyab resuelve el problema del acoso sexual y los acercamientos sexuales indeseados, que son tan degradantes para las mujeres, cuando los hombres recogen señales poco claras y creen que las mujeres quiere sus atenciones debido a la forma en que muestran su cuerpo.[El énfasis es mío.]

Que el hiyab protege a las mujeres del acoso sexual y/o la violencia no es desde luego una opinión minoritaria. Eminentes clérigos islámicos como el egipcio Sheikh Yusuf al-Qaradawi – considerado como el líder espiritual de los Hermanos Musulmanes y gran parte del pensamiento islámico sunní, y el Ayatollah Sayyed Ali Khamenei – la autoridad religiosa y política suprema en Irán y una de las principales fuentes de jurisprudencia del Islam chií – han apoyado esta opinión.

Y esta no es sólo una afirmación falsa que no tiene ninguna base real; sino que es también una muy peligrosas. Y lo sé porque fui testigo durante años de cómo el velo de Nilú no consiguió protegerla.

Lo sé porque he visto, escuchado o leído muchos relatos en primera persona de víctimas de agresión sexual o violencia sexualizada que llevaban el hiyab en el momento de ser atacadas. El hijab no puede ni podrá frenar a los hombres que asaltan a las mujeres. Incluso si la única parte del cuerpo de la mujer que se puede ver es su sombra, los pervertidos son pervertidos. Tomemos el ejemplo de Egipto, donde el acoso sexual a mujeres se ha convertido en pandémico – lleven el hiyab puesto o no.

Este cartel en Teherán dice "El hiyab es seguridad" (Omid 20)

Este cartel en Teherán dice «El hiyab es seguridad» (Omid 20)

El mito de que existe una correlación entre el hiyab y una baja incidencia de acoso sexual y violencia contra las mujeres lo único que hace es victimizarlas. Los hombres están haciéndole poco favor a las mujeres culpando a aquellas que no se cubren, a la vez que insinúan que una mujer que es atacada cuando lleva el velo hizo algo para merecérselo. Esto evita que las mujeres expresen su opinión y denuncien las agresiones sexuales. Muchos clérigos y pseudo-científicos sociales conservadores musulmanes – como Zakir Naik, en este video, que debe de ser visto por todo aquel interesado en saber más sobre este tema – insinuan abiertamente o proclaman que las mujeres que no llevan el hiyab están buscando ser acosadas y agredidas sexualmente. Van tan lejos como para correlacionar el derecho de una mujer a a vestirse como quiera en Occidente con una alta incidencia de violencia sexual contra las mujeres allí.

Ignoran de forma conveniente todos los informes de cómo las cifras de víctimas de violencia sexual obtenidas son inferiores a las reales en muchas sociedades islámicas  debido a que su naturaleza de tabú y al estigma asociado con ello; ignoran el hecho de que la violencia sexual conduce a los crímenes de honor en los que son asesinadas muchas mujeres cada año

Los pervertidos son pervertidos. Agredirán sexualmente a mujeres que lleven el hiyab o una minifalda porque son pervertidos – no porque las mujeres hayan ejercido su derecho a vestirse como quieran.

Continuar perpetuando el mito del hiyab mágico sólo hace que el problema crezca, y de hecho la prenda no resulve nada. Para solucionarlo, debemos de ser capaces de hablar abiertamente sobre este problema, concienciar y educar a la gente sobre ello, crear nuevas leyes contra estos críemenes, y contar con fuerzas de seguridad que de verdad actúen contra estos criminales cuando reciben denuncias. Si todo esto hubiera estado en funcionamiento en los 80, quizá Nilú – o los otros millones de víctimas como ella – no hubieran tenido que aguantar el horror con el que tuvo que vivir durante años.

Llevar o no llevar el hiyab es una elección personal que debe de ser protegida. Muchas mujeres que lo llevan lo hacen disfrutando de su gesto de piedad y modestia. Sin embargo, esto no trata sobre el hiyab o la elección de las mujeres, sino sobre la misoginia y la pseudo-ciencia.

Se trata del hecho de que las mujeres que llevan hiyab no están más seguras qeu las que no lo hacen. Se trata de que es necesaria una protección real para las mujeres de las sociedades islámicas, en casa, en las calles, en el trabajo – no sólo prendas de vestir milagrosas.

Noorjahan Akbar - نورجهان اکبر

Noorjahan Akbar – نورجهان اکبر

Escrito por Noorjahan Akbar y publicado en las páginas de opinión de The New York Times, dentro del blog de Nicholas D. Kristoff titulado «On the ground», traduzco este artículo cuyo original en inglés puede leerse aquí. La razón por la que lo traduzco y cuelgo aquí es que me parece importante conocer las acciones que toman las mujeres en Afganistán para crear conciencia sobre el acoso sexual que se vive a diario y que parece no estar mal visto socialmente. Teniendo en cuenta que una de las razones que se esgrimieron en su día para ocupar dicho país fueron los derechos de las mujeres, es necesario que sigamos estos pequeños gestos y protestas y que los apoyemos, especialmente cuando es un testimonio tan sincero y en primera persona como el de Noorjahan. Huelga decir que esto es un trabajo desinteresado por el que no me llevo ningún dinero.

Noorjahan Akbar es una joven de 20 años cofundadora de Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change), una organización que lucha en contra de la discriminación sexual y la desigualdad en Afganistán. Ha trabajado con mujeres y niños desde que tenía 12 años y comenzado un programa de radio dedicado a los adolescentes afganos.

Además, Noorjahan también ha investigado sobre la música folklórica de las mujeres afganas, traducido una colección de historias cortas para niños afganos y ha dado clase de escritura creativa en orfanatos. En la actualidad estudia en el Dickinson College de Pennsylvania. Podéis seguir la actividad de su organización también por Facebook.

Estaba nerviosa cuando me levanté la mañana del 14 de julio de 2011. Las pancartas estaban listas, los panfletos y folletos impresos, y lo que iba a vestir elegido. Había recibido llamadas de la policía confirmando que nos enviarían a 10 oficiales para protegernos. Los medios estaban informados y ya habíamos contactado con las organizaciones de mujeres. Todo estaba preparado, pero aún así estaba nerviosa.

Las protestas y marchas de mujeres no son nada comunes en Afganistán, y esta era la primera vez que organizaba una. Quería crear conciencia sobre el acoso sexual callejero e identificarlo como un problema en un país en el que la mayoría de los afganos bien niegan que exista o bien le echan la culpa a las mujeres. Todas las mujeres que conozco, ya lleven burqa o vistan simplemente de forma conservadora, me han relatado historias de acoso en Afganistán. Este acoso va desde comentarios sobre la apariencia hasta toqueteo y empujones. Incluso mi madre, una maestra de más de 40 años siempre vestida en su uniforme escolar, llega a casa enfadada casi todos los días a causa de los comentarios inapropiados que recibe, muchas veces proferidos por jóvenes mucho más jóvenes que ella, y otras por hombres de blancas barbas que se sientan en los bordillos de las aceras. Apenas tres días antes de esta marcha me metieron mano en frente del orfanato donde enseño escritura creativa.

Enfurecida, llamé a mi madre y le dije que no quería enseñar nunca más. No obstante, una vez que empecé a organizar la marcha retiré lo dicho.

El día de la marcha, nos encontramos frente a un restaurante. Por alguna razón que aún me es desconocida el dueño del restaurante se negó a dejarnos pasar, por lo que nos refugiamos en la Casa de la Cultura Afgana, un centro que pertenece a una mujer. Éramos unas 25 . La reunión fue breve y muy emotiva, seguida de abrazos y buenos deseos.

Momentos más tarde nos hallábamos en frente de la Universidad de Kabul, donde dimos comienzo a la marcha, y en donde se nos unieron otras 25 personas. Pronto, este grupo de 50 manifestantes se vio rodeado de medios afganos e internacionales. Tras unas cuantas entrevistas, empezamos a caminar hacia Comisión Independiente Afgana de los Derechos Humanos. Mientras, pasábamos folletos, hablábamos con la policía y los simpatizantes, e indicábamos el camino a los medios, lo que me hizo experimentar un sentimiento increíble de esperanza y de poder. En las caras de mis compañeras, leí esperanza, orgullo y solidaridad. Me impresionó cómo todo había ocurrido tan de repente. Habían pasado menos de dos meses desde que Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) se había reunido por primera vez.

Ni siquiera había soñado con este día cuando en mayo de 2011 mi amiga Anita Haydary y yo anunciamos en Facebook que estábamos organizando un encuentro el día 25 de mayo en Kabul para hablar sobre discriminación sexual y desigualdad de género. No esperábamos más de 15 personas, y sin embargo acudieron más de 75 mujeres de distintas edades, etnias y orígenes. Unas diez mujeres afganas y afganas-americanas se nos unieron vía Skype desde Washington D.C.. Esta reunión organizativa fue seguida de muchas otras.

Foto de la protesta en Kabul

Foto de la protesta en Kabul

Durante este proceso, tuvimos que luchar contra la desesperanza cuando la policía nos prohibió encontrarnos en la Universidad de Kabul porque «no querían que las mujeres les causasen problemas». Tuvimos que perseverar cuando nos enfrentamos a la humillación, acoso e insultos mientras intentábamos fundar Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) como una organización sin ánimo de lucro. Tuvimos que mantenernos fuertes y simplemente sonreír cada vez que alguien nos preguntaba con incredulidad y una sonrisilla de suficiencia: «Todas vosotras sois muy jóvenes y además mujeres; ¿cómo podréis llevar una organización?» Y además de eso, continuamos soñando y haciendo planes incluso cuando apenas una o dos mujeres acudían a alguna de las reuniones.

Al final y a pesar de todo formamos Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) una organización comprometida con la igualdad de género. Primero decidimos centrarnos en un problema al que todas nos enfrentábamos: el acoso callejero. Diseñamos una campaña que incluía pósters, folletos, anuncios en la radio, redes sociales, entrevistas televisadas y debates, y la primera marcha contra el acoso callejero a las mujeres. Pronto nos encontramos escribiendo consignas como «El Islam y la ley prohíben el acoso a las mujeres«, «Tengo derecho a pasear en mi ciudad sin peligro«, «Estas calles también son mías«, «No me callaré la próxima vez que me insultes«, y muchos más. Lo siguiente que supimos fue que estábamos marchando calle abajo, acompañadas por grupos de hombres que nos apoyaban, así como de miembros de la policía y los medios. Ya no me sentía nerviosa. Estaba orgullosa.

El jueves 14 de julio de 2011 fue el primer día que sentí que pertenecía a la ciudad en la que había vivido durante casi toda mi vida. Me di cuenta de que las mujeres que caminaban con sus tacones y velos – y también los hombres que las apoyaban  –  tenían una gran fuerza y poder esperando a ser desatado, que me hizo sentirme muy orgullosa de estar entre ellos.

A pesar de la historia de guerra de Afganistán, y sus noticias llenas de violencia, ataques suicidas, talibanes y corrupción, había encontrado algo de lo que sentirme orgullosa en mi país. Este fue el momento en el que me enamoré de Afganistán.

Desde entonces, Mujeres Jóvenes por el Cambio (Young Women for Change) ha podido obtener el estatus de organización sin ánimo de lucro, formar un grupo masculino de apoyo, organizar charlas mensuales sobre temas relacionados con la mujer y los estudios de género, reunir libros para construir bibliotecas en las ciudades de Kabul y Helmand, y empezar a llevar a cabo una investigación sobre el acoso callejero en Kabul gracias a una nueva beca. Durante esta aventura, mi amor por Afganistán y su gente ha crecido de una forma tremenda. Ello no quiere decir que antes no amase a mi país; pero cuando he visto la capacidad y la motivación de formar un movimiento feminista fuertemente enraizado en Afganistán me inspiró tanto que supe que nunca podría abandonarlo.

Mujeres sin hombres

Mujeres sin hombres

«Mujeres sin hombres» es una novela contemporánea iraní escrita por la famosa novelista Shahrnush Parsipur en la que se narra la historia de cinco mujeres en la búsqueda de ser completas como mujeres y personas, cumpliendo sus aspiraciones personales y redescubriéndose así mismas. Con un estilo narrativo muy parecido al realismo mágico con el que tanto estamos familiarizados a través de la literatura latinoamericana, habla de las pasiones y presiones sociales a las que se ven sometidas las féminas y a los dobles raseros sociales.

Ambientada en el Teherán de 1953, en medio del caos y de las protestas, nos encontramos con cinco mujers, una casada, otra prostituta, dos solteras y una profesora de instituto. Tras eventos que marcarán una ruptura en sus vidas,  las cinco se reúnen en un entorno diferente, un bosque con cualidades mágicas en la ciudad de Karaj, próxima a la capital, tras un viaje peligroso, violento y que las cambiará para siempre.

Esta maravillosa historia ha sido llevada al cine – con algunas modificaciones – por la famosa fotógrafa iraní Shirín Neshat, que con su especial toque a creado una película memorable tanto por su belleza visual como por el mensaje que transmite cada una de las imágenes que se hace más poderoso junto con los diálogos y la situaciones que transmite.

Tengo muy poco más que decir de la película pues creo que merece ser vista sin prejuicios más de una vez para captar cada mensaje y cada momento y que invita mucho a la reflexión, ya que no sólo trata de la mujer en Irán sino que todas las mujeres del mundo podemos sentirmos identificadas con las ataduras y  presiones sociales.

Podéis descargarla de aquí doblada al castellano. El trailer a continuación:

Baba beni okula gönder

Baba beni okula gönder

«Papá, llévame al cole» (Baba, beni okula gönder) es una campaña cuya intención es concienciar de la necesidad de que las niñas se eduquen. En las regiones más deprimidas de Turquía la difícil situación económica junto con el hecho de que en muchos pueblos no haya colegios hace que las chicas sean muchas veces las más perjudicadas y no tengan nunca acceso a la educación.

Este proyecto da becas para ayudar a buenas estudiantes cuya situación económica no sea favorable, incluso en la educación universitaria. Se puede colaborar dando un donativo mensual de 44TL (unos 20-22€ al cambio) y gracias al apoyo ofrecido por los donantes en cinco años se han dado becas a 10.000 niñas.

En su último anuncio muestran a un profesor pasando lista. Cuando va pasando lista y llega a los nombre de niña, ellas no está en la clase sino ayudando a sus padres en las tareas del campo, y una vestida de novia. Lo pongo a continuación porque me ha parecido un anuncio muy bueno:

Navegando por la página web OpenDemocracy he encontrado este interesante artículo sobre la mujer y el movimiento feminista en Irán escrito por Sanam Vakil, que he traducido al castellano a continuación (los enlaces referentes a noticias los he cambiado por páginas que contienen la misma noticias en este idioma). Podéis encontrar el original en inglés aquí.

Sanam Vakil19 de Octubre de 2010

El movimiento femenino por la igualdad de género en Irán ha estado en el fondo de luchas políticas más amplias en la República Islámica. Sanam Vakil sigue las tres grandes fases de su desarrollo e identifica los ingredientes de una cuarta.
Sobre la la autora
Sanam Vakil es profesora adjunta en la Johns Hopkins School of Advanced International Studies en Bolonia, Italia. Es la autora del libro de próxima publicación,Women and Politics in Iran: Action and Reaction (Continuum, 2011)

Los titulares de las noticias sobre Irán siguen estando dominado por noticias de política duras, y muchas veces amenzantes – desde el programa nuclear de Teherán y el aumento de las tensiones internacionales que conlleva, hasta la visita de Mahmud Ahmedineyad al Líbano y la aclamación que ha recibido el presidente al denunciar a Israel desde el otro lado de la frontera.

Pero detrás de los titulares, la vida cotidiana de Irán – incluyendo la forma en que los ciudadanos del país sobrellevan los muchos desafíos sociales y políticos – ofrece una visión cada vez más reveladora de la verdadera realidad del país.

La batalla por la igualdad de sexos en Irán continua siendo una de ellos. La lucha diaria de las mujeres iraníes puede haber pasado a un segundo plano desde que el gobierno tomara medidas enérgicas al comienzos de las elecciones presidenciales de junio de 2009, pero aún siguen dando un prisma esencial a través del que podemos entender la vida interna y las dinámicas de cambio en la República Islámica.

Mujeres contra el estado

Las mujeres fueron participantes destacadas en las manifestaciones inmediatamente posteriores a las elecciones, y muchas mujeres activistas fueron blanco del régimen o arrestadas en diversas redadas durantes los meses de protesta. De hecho, decenas de mujeres han sido detenidas y encarceladas desde junio de 2009, y muchas han recibido penas de cárcel de una duración sin precedentes. Una medida igual de dañina para las mujeres es la vuelta al parlamento del controvertido proyecto de ley de «protección familiar» cuyas provisiones harían, entre otras cosas, más sencilla la poligamia.

El objetivo general de la estrategia del régimen es sofocar la revuelta y afectar al movimiento feminista iraní. Que este sea el objetivo señala que los derechos de las mujeres siguen siendo un elemento potente en las luchas entre las facciones políticas e ideológicas que dominan la política iraní.

La reelección fraudulenta de Mahmud Ahmadineyad y la aparición (antes y después de las elecciones) del «movimiento verde» de oposición no son sino una fase más en las tensiones que se han prolongado en el tiempo entre el estado y la sociedad en Irán. Desde la revolución que condujo al establecimiento de la República Islámica en 1979, las mujeres han estado al frente de estas tensiones, en particular, a la cabeza de la lucha, que dura  ya tres décadas, por unos derechos de género mejores (véase Nikki R. Keddie, «Iranian women and the Islamic Republic«, 24 de febrero de 2009).

A través de este periodo de la historia contemporánea de Irán, la trayectoria variable del movimiento feminista – y de la reacción del gobierno- ayuda a explicar el auge y caída de corrientes políticas más amplias: reformismo, secularismo y el retorno conservador reflejado en la elección de Mahmud Ahmadineyad en junio de 2005. Esto puede ilustrarse refiriéndonos a tres puntos de inflexión históricos en los que cambios en el movimiento feminista iraní se ha mezclado con otras polémicas políticas e ideológicas clave en el conjunto de Irán.

Un nuevo horizonte

La primera gran transición para las mujeres desde la creación de la República Islámica llegó con la muerte del Ayatolá Jomeiní en 1989. Esto, junto con la elección de Hashemi Rafsanjani como presidente justo después de la devastadora guerra Irán – Iraq (1980-1989), enmarcada en un periodo de reconstrucción económica y moderación diseñado con la intención de estimular la economía iraní y devolver al país a la comunidad internacional, supuso para las mujeres un periodo de mayor inversión en las instituciones del país, con una expansión del sistema educativo en particular, que les abrió muchas puertas y proporcionó muchas oportunidades.

Aún con todo, el mayor acceso a la educación no se tradujo en mayores niveles de empleo. La mala situación del país atrapó a muchas mujeres – una economía aquejada de unas altas cifras de desempleo y una cultural patriarcal dominante – y dificultó su entrada al mercado de trabajo, forzándolas a dedicarse a profesiones aceptables para su sexo. Al mismo tiempo, la mejor educación y las expectativas crecientes que todo ello trajo, combinadas con las restricciones de una sociedad desigual en lo que a géneros se refiere, dió lugar también a una nueva generación de mujeres que exigen más del gobierno.

Un momento arcoiris

La segunda gran transición para las mujeres llegó en mayo de 1997, cuando las mujeres tuvieron un papel indispensable en la elección del sucesor de Rafsanjani, Mohammad Jatamí, como presidente. La promesa del líder reformista de una mayor liberalización política y un rol mayor para la sociedad civil – la llamada «Primavera de Teherán» – se reflejó en las calles y en los medios; en una nueva y vibrante prensa, mayor apertura en el diálogo político y social, y una relajación en las restricciones islamistas en lo referido al código de vestimenta y la conducta diaria.

Una concesión creciente de licencias del gobierno durante el mandato de Jatamí (1997-2005) significó que la prensa femenina también floreció en este periodo. La revista Zanan fue la más efectiva a la hora de referirse a las cuestiones de género más controvertidas. En esta atmósfera de apoyo y aprobación por parte del gobierno a la actividad de las ONGs, el activismo femenino creció. Aunque la administración de Jatamí resultó ser ineficaz y no consiguió asegurar mejoras legales sustanciales, el fermento liberal que trajo consigo abrió nuevos espacios de diálogo e interacción entre las mujeres activistas (tanto seculares como islamistas). Esta cooperación condujo, por ejemplo, a dirigir protestas y peticiones a favor de la igualdad de sexos, y a celebraciones públicas del Día Internacional de la Mujer.

La elección de un majlis (parlamento) en 2000 aumentó la sensación de dinamismo detrás de la campaña por las reformas legales. Aún así, el parlamento sólo tuvo un éxito limitado a la hora de aprobar legislación de género, incluyendo la Convención de las Naciones Unidas por la Eliminación de la Discriminación contra las mujeres (CEDAW).

El revulsivo conservador contra del movimiento reformista creció durante el segundo mandato de Jatamí (a partir de 2001) – evidente por el cierre de periódicos, restricciones al poder presidencia, la represión del movimiento estudiantil y el bloqueo de posibles candidatos parlamentarios por parte del Consejo de Guardianes.

Inversión de la tendencia.

Esta restauración conservadora, rematada por la elección de Mahmud Ahmadineyad en junio de 2005, impulsó al movimiento de las mujeres a una tercera transición. El nuevo presidente intentó revivir la ideología «auténtica» de la revolución para consolidar al estado islámico frente sus críticos sociales, en parte imponiendo de nuevo convenciones sociales estrictas. El resultado fue un giro decisivo hacia la derecha en el panorama político iraní.

Las activistas por los derechos de las mujeres aún intentan alcanzar las expectativas creadas por los reformistas respondieron desafiando directamente a las leyes de género regresivas que consagradas en la constitución de Irán. El ejemplo más visible fue el de la campaña de «un millón de firmas» que empezó en 2006, y que buscaba, a través de un modelo de tipo referendo y de acción colectiva,  incrementar la conciencia pública y ejercer presión sobre el gobierno para que implemente las reformas de las leyes de género. La campaña sí que generó gran atención pública, pero también provocó una reacción severa por parte del gobierno, que se plasmó en arrestos y detenciones (véase Nasrin Alavi, «Women in Iran: repression and resistance«, 5 de marzo de 2007).

En 2007, el gobierno de Ahmadineyad propuso un nuevo y retrógrado proyecto de ley de protección familiar. La clausula más perjudicial es el artículo 23, que institucionalizaría la poligamia. La ley islámica aplicada en Irán permite que los hombres tengan hasta cuatro mujeres, aunque la práctica de la poligamia es rara (y, de hecho, está bastante condenada). El estatuto existente requiere que un hombre obtenga el permiso de su primera mujer para casarse con otra, y deberían de tratar a sus mujeres de forma equitativa. La nueva provisión de la poligamia permitiría que el marido tomase una segunda esposa sin tener que pedir permiso de su primera mujer por una serie de pretextos (incluyendo que la primera mujer sea estéril o que contraiga una enfermedad terminal). Además, el proyecto de ley reduce la edad de idoneidad (femenina) para el matrimonio de 16 a 13 años; y su artículo 25 requeriría que la mujer pagase impuestos por el dinero que recibe de su contrato de matrimonio.

Una cuarta fase

Durante tres años, las activistas han protestado contra este proyecto de ley, argumentando que estas medidas dañarían, más que proteger, la estructura familiar y reducirían los derechos de la mujer en el matrimonio y el divorcio. Estas protestas fueron fundamentales para que dicho proyecto de ley fuera remitido al comité legal del parlamento en 2008, cuando el majlis tendría que haberlo votado. Ahora, mientras que la ola post-electoral de supresión alimenta el deseo del gobierno de reafirmar su agenda conservadora y subyugar el movimiento feminista iraní, el proyecto de ley vuelve a figurar en la agenda parlamentaria.

Para muchas mujeres iraníes, estas adversidades también son también un tributo al desafío que su activismo sigue presentando a las autoridades. Treinta años después de la revolución, las mujeres han intentado construir a cada oportunidad un avance el movimiento por la igualdad de sexos. Hasta ahora, las acciones más duras de un estado poderoso – arrestos, exilio, sanciones legales – han sido incapaces de destruir el movimiento, que continua creciendo a pesar de esta presión tan grande. El potencial para una cuarta transición está ahí.

Edit: Si tienes preguntas sobre cuál es la situación de la mujer en Turquía, si trabajan y demás, entonces tu post es este.

Acabo de dar un repaso a las novedades en mi Google Reader y me ha llamado la atención la siente frase en uno de los artículo de Eurasia.org:

¿Qué tienen Turquía, Arabia Saudí y Chad en común? Bueno, al menos en términos de igualdad de género, que todos ellos están situados en los diez últimos puestos en un nuevo informe sobre la desigualdad de género en 134 países del mundo.

Parece que el Foro Económico Mundial ha elaborado un nuevo informe anual (podéis leer el estudio aquí) , y Turquía ha resultado estar situada en el puesto 126 de 134, aunque se observa una mejoría ya que el año pasado acabó en el puesto 129. Es sintomático de una mejora general pero que está siendo muy lenta por múltiples razones.

La situación de la mujer en Turquía es muy complicada, y hay una desigualdad evidente que está relacionada con temas tan complejos en sí mismos como el patriarcado (en mi opinión, el principal), la pertenencia a minorías lingüísticas/religiosas, el nivel educativo, la edad de matrimonio, si van veladas o no, entre otros muchos. Precisamente sobre estos temas me gusta el enfoque que adopta un blog que ya he recomendado anteriormente, kamilpasha.com, de Jenny White, y cuya última entrada pone el dedo en la llaga en un tema muy controvertido: las mujeres que llevan velo y con educación universitaria, y su imposibilidad para encontrar un puesto de trabajo.

En su trabajo «Islamist mobilization in Turkey«, la Prof. White aborda la cuestión desde una perspectiva de género muy interesante. Primero trata de distinguir entre las mujeres veladas y las que no, y los niveles educativos, además de hacer un fantástico análisis de por qué el mensaje republicano de «quitarse el velo» que se trató de transmitir a través de las casas del pueblo fracasó. Por ello, recomiendo su lectura a cualquiera interesado en el tema de la mujer en Turquía.

En dicho libro, está muy bien tratado el cómo chicas con velo muchas veces tienen que dejar de estudiar por presión social, y no son bienvenidas en muchas empresas que no desean dar ese tipo de imagen – es decir, que aunque la sociedad en sí misma es mayoritariamente conservadora, la imagen del éxito sigue siendo una mujer con el pelo suelto. A esta discriminación en el mercado laboral, existe una discriminación a nivel educativo (no se permite la entrada a chicas con velo al colegio, y sólo recientemente parece ser que se admiten a chicas que lo lleven en la universidad), y otra a nivel social en la que los estereotipos y la sociedad patriarcal no las permiten integrarse plenamente.

De esta forma, encuentro que las políticas radicales por parte de los partidos republicanos que pretendían liberar a las mujeres han sido contraproducentes ya que la presión para descubrir a las chicas no ha sido conducida de una forma que no supusiera un choque brutal con los valores tradicionales; sin embargo, el AKP que podría hacer que la situación avanzase hacia un modelo de igualdad mayor trabajando desde «dentro», tampoco tiene una propuesta mejor, sino que relega a las mujeres a su papel tradicional sin plantear en general grandes cambios, algo que a la larga puede hacer que pierda el apoyo de este segmento de la sociedad. Y esto lo apunta Peres en su trabajo (el enlace al ensayo, en inglés, lo encontraréis al final de esta entrada): las mujeres al final encontrarán que la única forma de hacerse más presentes en la sociedad será crear plataforma políticas exclusivas desde las que luchar por sus derechos.

En este sentido, es muy interesante la última entrada del blog de Jenny White y que traduzco a continuación:

En la práctica, parece posible que las mujeres que llevan el velo vayan a la universidad. Richard Peres, un experto en discriminación legal que vive en Estambul, escribe este ensayo sobre los problemas a los que se enfrentan estas mujeres en Turquía DESPUÉS de graduarse. ¿Dónde trabajará? ¿Qué pueden hacer con su título? Discute la discriminación que sufren las mujeres en general en el trabajo, y en concreto las mujeres veladas.

Menciona a Fatma Benli, una abogada y directora de una ONG de mujeres que yo también conozco, y a la que no se le permite entrar en el juzgado debido a que lleva un hiyab. Siempre tiene que mandar a un representante para defender sus causas. Me dijo, en 2008, que estaba invitada a dar una charla en una universidad sobre los problemas de las mujeres, pero fue rechazada cuando al llegar se dieron cuenta de que llevaba el velo. Sus partidarios protestaron y se la permitió entrar y hablar, pero fue un ejemplo de los prejuicios contra las mujeres con educación que usan el velo. Hace un par de años, una mujer con velo se quejaba de que incluso los negocios más píos ponían a mujeres sin velo de cara al público y a las que lo llevaban al fondo de la oficina donde nadie las vería. Y la historia de Peres sobre una amiga muy cualificada que se da cuenta de que las ofertas de trabajo desaparecen misteriosamente cuando su posible empleador se entera de que lleva el hiyab me es muy familiar. Conozco a algunas mujeres que han pasado por esta experiencia. Una vez conozcí a una mujer joven y bien formada que buscaba un puesto de aprendiz. Comunicó sus credenciales por teléfono y el empleador parecía muy interesado. Organizaron un encuentro. En el último momento, la mujer le dijo: «Debo de decirte que llevo el velo». La respuesta fue la suguiente: «Entonces olvídalo. No te molestes en venir.» Se sintió muy frustada. «Sólo quiero un poco de respeto», se lamentó. «Les digo que uso el hiyab por teléfono para ahorrarme el viaje, ya que es mejor que irme hasta allí para que cuando me vean, me digan que no hay trabajo».

Peres escribe sobre la larga y violenta lucha por los derechos civiles en los EEUU y arguye que la clave de su éxito fue su aplicación. Cuando las leyes daban derechos sólo sobre el papel, pero no había estatutos que hicieran específicamente ilegal la discriminación, y cuando estas leyes no eran aplicadas, la discriminación continuada. Sólo gracias a las leyes que fueron aplicadas es posible que cualquiera presente una demanda de discriminación basada en la raza, la religión, el género, el origen nacional, la preferencias sexual y otros atributos.

(…) El ensayo de Peres puede leerse aquí (en inglés)

Artículo original aquí.

Con el proyecto «Novias niñas: Víctimas de la herencia social patriarcal y de tradiciones destructivas» la Flying Broom Association va a abordar el problema de los matrimonios tempranos y forzosos en Turquía, donde el 33% de las novias contraen matrimonio siendo menores de edad.

Estambul – BİA News Center
Martes, 5  de Octubre de 2010

En Turquía, uno de cada cuatro matrimonios se contraen con una novia menor de edad, y el 33% de las todas las mujeres casadas son «novias niñas». La Flying Broom Women’s Communication and Research Association ha iniciado un proyecto llamado «Novias niñas: Víctimas de la herencia social patriarcal y de tradiciones destructivas» para abordar el problema de este tipo de enlaces en Turquía.

El proyecto está apoyado por el Social Development Grant Program de la Fundación Sabancı. Su objetivo consiste en poner el asunto en el orden del día para crear una atmósfera de discusión dentro de los mecanismos políticos y hacer que los políticos reconozcan el problema públicamente.

El Presidente de la Comisión Parlamentaria para la Igualdad de Oportunidades de Hombres y Mujeres, Güldal Akşit, la directora de la Flying Broom Association, Halime Güner, la coordinadora del proyecto, Selen Doğan, el Prof. Yıldız Ecevit de la Middle East Technical University (ODTÜ), el artista Burhan Şeşen y la actriz Belçim Erdoğan promocionaron el proyecto en una reunión introductoria que tuvo lugar el 1 de octubre.

«Los matrimonios tempranos violan los derechos de las mujeres, de los niños y los derechos humanos.»

El presidente de la Fundación Sabancı, Hüsnü Paçacıoğlu, explicó: «Los matrimonios tempranos suponen el 37% de todos los matrimonios en Turquía. En el Sudeste del país, este porcentaje llega al 68%. El tema de «las niñas novias» tiene aspectos económicos y sociales. El enfoque económico tiene un papel importante en la solución de este problema».

La coordinadora del proyecto Halime Güner recalca que «los matrimonios forzosos y tempranos constituyen una violación de los derechos humanos, así como una violación de los derechos de las mujeres y los niños».

Güner arguye que las instituciones oficiales, la organizaciones no gubernamentales y también los ciudadanos han de pasar a la acción para desarrollar políticas públicas eficientes contra el matrimonio temprano y el matrimonio no consentido.

Akşit: Las contradicciones en la ley deben de ser disipadas.

Güdal Akşit, de la Flying Broom Association señala que el matrimonio temprano no es sólo un problemas en las zonas este y sudeste del país, sino también en ciudades como Estambul o Ankara.

Akşit advirtió que estos matrimonios privan a las mujeres de sus derechos, sobre todo en términos académicos. Alega que la lucha contra este problema debería de centrarse en primer lugar en la desaparición de las contradicciones en la ley relativas a la edad.

Un «mapa de los matrimonios tempranos» para Turquía

La Flying Broom Association llevará a cabo el proyecto en 54 provincias. Se proyectarán películas sobre estos matrimonios para unas 20.000 mujeres y se organizarán actividades en los colegios de enseñanza primaria para concienciarlas del problema.

La Gran Asamblea Nacional Turca y 270 organizaciones de mujeres en todas las provincias incluirán este problema en sus agendas, apoyada por una campaña de firmas.

El «Mapa del matrimonio temprano» se hará basado en la investigación que llevará a cabo por todo el país, en las provincias de Ardahan, Afyonkarahisar, Ankara, Edirne, Hakkari Kastamonu, Kayseri y Osmaniye entre otras.

El mapa comprenderá estadísticas de estas diez provincias, e intentará desvelar las razones de este problema. Sus resultados serán resumidas y enviadas a las instituciones y ministerios competentes.(BB/EÖ/VK)