ImagenPara la nueva edición turca de su novela titulada El Libro Negro, Orhan Pamuk ha escrito un nuevo epílogo que ha sido publicado, de forma resumida, a fecha de 11 de octubre de 2013 en la sección de literatura de la edición online del periódico turco Radikal que podéis encontrar aquí.

¿Cómo escribí El Libro Negro?

Publiqué El Libro Negro en 1990, cuando contaba con 38 años de edad. Este libro es el producto de un período de dejar volar la imaginación y de trabajo intenso en el que no me dedicaba a otra cosa que no fuera la literatura. Cuando estaba terminando el libro me sentía, desde muchos puntos de vista, como mi protagonista, Galip. Estaba cansado, pero estaba seguro de que mi novela era distinta, extraña y peculiar.

Después de un trabajo de tres años, en noviembre de 1988, cuando me faltaba poco para terminar el libro, escribía sin parar encerrado en un apartamento vacío en lo alto de un edificio de diecisiete pisos en Erenköy. Mi mujer estaba en Estados Unidos; nadie sabía mi número ni me llamaba. Estaba muy solo, y la mayor parte del tiempo no me quejaba de ello. De hecho, mis pocos amigos, los editores que querrían que escribiese artículos de revista o periódico o cosas parecidas, estaban lejos de poder apartarme de mi libro y de las aventuras de Galip. Aparte de mis amigos-parientes lejanos (Ömer y Sibel) que vivían en el mismo gran apartamento y que a veces amablemente me preparaban la cena no veía a nadie, y, como todas esas veces en las que me encerraba en un libro y felizmente olvidaba el mundo, estaba muy contento de no ver a nadie.

Pero, por alguna razón, no podía terminar el libro en aquel rincón en el que me había encerrado. Escribí El Libro Negro durante un espacio de tiempo de cerca de cinco años, y como siempre me esforcé mucho por escribir bien.

El que mientras escribía la novela en el edificio vacío y solitario de Erenköy no llegase el final del libro, junto con el placer de escribir y de la soledad hizo que, con un sentimiento raro de infelicidad y miedo, me empezase a asemejar poco a poco a mi personaje Galip. Como Galip, que al buscar a su mujer sin poder encontrarla en Estambul se encuentra de paso con cosas inesperadas, debido al sentimiento de pérdida e infelicidad que habitaba en su interior no podía disfrutar de todas esas maravillas, ni de los túneles subterráneos, ni de Türkan Şoray* y sus parecidas, ni de las columnas de revista que leía, yo también sentía que escribiendo y ampliando las delicias del libro que me hacían feliz me llegaban a lo más profundo. Por por algún motivo no podría darle fin a mi novela con un sentimiento de triunfo.

Después de un tiempo me encontré, como Galip, completamente sólo en el lugar que escribía. Dejé de arreglarme y afeitarme todos los días. Recuerdo que una tarde caminaba como una aparición por los callejones de Erenköy calzando unas deportivas viejas y agujereadas, con una boina en la cabeza, y con un chubasquero con los botones arrancados puesto, llevando en la mano una bolsa de plástico en malas condiciones. Miraba a las ventanas de los primeros pisos de las casas, a las vitrinas de los establecimientos y restaurantes imaginando otras vidas. Entraba en un restaurante o bufé cualquiera, y mirando huraño al interior, llenaba el estómago. Me acuerdo que un día mi padre, que me visitaba una vez cada dos semanas y me llevaba a comer, preocupado por que me ocupara de mi novela como si fuera una guerra, por la suciedad y la dejadez del apartamento en el que vivía, por mi aspecto de perdedor y porque no estaba pudiendo de ningún modo terminar mi libro, me dio un consejo y me dijo «Cuida de ti mismo, sal un poco de este mundo».

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La primera idea de El Libro Negro, es decir la idea de escribir un libro que abarque la poesía de las calles de mi infancia y la anarquía e historia que había tenido lugar en Estambul, existía en mi cabeza desde el final de los años 70. En un cuaderno que comencé a escribir en el año 1979, hablé de un intelectual que se escapaba de casa a los 35 años, del largo fin de semana que había pasado, y al mismo tiempo de un partido de fútbol de la selección nacional que se jugaba en Estambul y que acababa en tragedia nacional, de los cortes de electricidad y de las calles de Estambul, con un aire a las pinturas de Bruegel (nieve) y de Bosch (los demonios), del Mesneví**, el Shahname*** y los cuentos de las Mil y Una Noches.

Cuando estas primeras ideas se desarrollaban en mi mente aún no había publicado mi primer libro, Cevdet Bey e hijos****; pero como protagonista tenía en mente un pintor, y concebía un libro titulado «La miniatura destrozada». Juntaba varias cosas al mismo tiempo, el caos y el ruido interminables de Estambul, sus intelectuales, las fiestas a las que asistían estos intelectuales, sus reuniones familiares, los entierros, los comentaristas de un partido de fútbol, un concurso de belleza; y como siempre, era más feliz con estas ideas y fantasías de la novela que tomaría el nombre de El Libro Negro que con las novelas que me encontraba escribiendo por aquel entonces (una novela política a medio hacer, La casa del silencio, El castillo blanco).

Por esa época viví un día que influenció la idea y estructura de libro. En el año 1982, en un ambiente de fuerte represión política y poco antes de que se presentase a referéndum la nueva y opresiva constitución elaborada dos años después del golpe militar de Kenan Evren en 1980, me llamó mi primo y me dijo que un canal de televisión noruego buscaba intelectuales dispuestos a criticar la constitución propuesta delante de las cámaras, y me dijo que no conocía a nadie con valor para hacerlo. ¿Le podía echar una mano?

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Después de un gran esfuerzo, no esperaba que la novela que había terminado, y que había venido de la mano de una crisis existencial, se vendiera mucho o fuera muy popular. Además, su primera editorial, Can Yayınları, tampoco había hecho ninguna presentación especial. Pero si me preguntas, la novela gustó a los lectores por hablar de lo diferente y la novedad, y también de una vida que nos resulta conocida. Sin apoyo de los medios ni campaña de publicidad El Libro Negro se abrió su propio camino y el número de mis lectores en Turquía se multiplicó por tres. La novela suscitó polémica y abrió debates sobre la lengua de la novela, lo raro del tema y la dificultad que presentaba entenderla. Mi amigo el profesor Nüket Esen Kara reunió los escritos más interesantes, provenientes de los círculos literarios internacionales, relacionados con la novela en un volumen titulado Kara Kitap Üzerine Yazılar (Escritos sobre El Libro Negro). En uno de ellos, un crítico inglés de lengua afilada escribió en tono jocoso que un libro tan aburrido sólo podía gustar y ser leído por los franceses y que los noruegos le darían premios famosos. Esta profecía se cumplió doce años más tarde de una forma muy acorde con el alma del libro. El Libro Negro, que ha sido traducido a cerca de cuarenta idiomas, en el país que más ha gustado es Francia, y el presidente del jurado del premio Nobel declaró justo después de anunciar el premio de 2006 que era esta novela la que más les había impresionado.

Ahora entiendo lo feliz que era por poder fumar tanto como quisiera mientras escribía la novela, y por poder deleitar mis oídos con el silencio de Estambul (las jaurías de perros que ladraban a lo lejos, los crujidos de los árboles, los coches de policía, los camiones de la basura, los borrachos) hasta las cuatro de la mañana en aquellas noches en las que me encontraba terminando la novela. Vivía esta felicidad, aquellas medias noches hasta el amanecer, con el miedo y el placer de perderme dentro del secreto de la novela, que me estaba cerrado muchas veces, y en un vertiginoso cansancio intangible.

Como sabía muy bien que no podría comprenderlo ni solucionarlo no quise entrar durante mucho tiempo en el tema del significado, miedo y consistencia de este misterio, en esa zona peligrosa por la que muchos me preguntan con algo entre sospecha y curiosidad. Entretanto, estamos preparando un librito titulado Los Secretos de El Libro Negro.

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* Türkan Şoray: Es una famosa actriz turca consideraba como el icono de la industria de cine local de los años 60 y 70.

**Mesneví: Es una obra de Mevlana Jelaleddin Rumí de seis libros de poesía en los que enseña a los sufíes a alcanzar la unidad con Dios.

***Shahname: Es el poema épico iraní por excelencia. Compuesto por Ferdowsí, narra la historia de Irán desde la creación del mundo hasta la conquista musulmana. Muchos episodios mitológicos narrados en esta obra son conocidos en todo el mundo turco-iranio.

****Cevdet Bey e hijos: Primera novela de Orhan Pamuk publicada en 1982 y que se acaba de traducir al castellano que narra la historia de tres generaciones una familia desde los últimos tiempos del Imperio Otomano hasta los años 70. En turco se titula Cevdet Bey ve oğulları.

Aquí podéis ver la historia de una familia turco-judía-musulmana narrada en ladino 🙂

Estos días en Turquía se ha discutido mucho sobre por qué el premio Nobel de literatura Orhan Pamuk, conocido crítico del gobierno, no estaba «dando la cara» durante las protestas de Gezi Park que se han ido convirtiendo en multitudinarias manifestaciones que canalizan el malestar de una parte importante de la población.

Aquí traduzco su escrito, que he tomado de la versión online de Gazete Vatana a día 5 de junio de 2013 y que podéis leer en su original turco aquí.

El gobierno de Erdoğan es autoritario y opresor.

 

Orhan Pamuk

Orhan Pamuk

Para entender cómo empezó lo que está pasando en Estambul y  a los valientes que ahogándose con gas pimienta se envenenan y se enfrentan a la policía empezaré por una historia personal. En mi libro de recuerdos titulado «Estambul», escribí que hace tiempo mi familia vivía en los pisos del bloque Pamuk que se encuentra en Nişantaşı. En frente de este bloque había un castaño de 50 años de edad, y que gracias a Dios sigue estando allí. Lo cierto es que en el año 1957, un día y para ensanchar la calle que pasaba por enfrente de nuestra casa el ayuntamiento decidió talar este árbol. Los orgullosos burócratas y el gobierno autoritario no se tomaron muy en serio la oposición que mostró el barrio. De esta forma, mi tío, mi padre, y toda la familia salimos a la calle e hicimos guardia al lado del árbol durante toda la noche. Esto protegió a nuestro castaño, y se convirtió en un recuerdo que nos unió y que a la familia le encanta recordar con frecuencia.

La plaza de Taksim es el castaño de Estambul, y debe de ser protegido. Hace sesenta años que vivo en Estambul, y no puedo ni imaginarme a nadie que viva en esta ciudad y no tenga ningún recuerdo relacionado con Taksim. En medio del antiguo cuartel de artellería que se quiere ahora convertir en un centro comercial había en los años 30 un estadio pequeño de fútbol en el que se jugaban partidos oficiales. En los 40 y 50 el famoso casino Taksim, centro de la vida nocturna de la época, estaba ubicado en una esquina del parque. Después se derribaron todos los edificios, se talaron los árboles, se plantaron unos nuevos, y en un lado del parque  se abrieron una serie de locales y la galería de arte más famosa de Estambul. En los 60 soñaba con inaugurar mi propia exhibición cuando fuera pintor. En los 70 era un lugar en el que los sindicatos de trabajadores de izquierdas y la organizaciones no gubernamentales celebraban con emoción el primero de mayo, y durante una época yo también participé en estas celebraciones. (En 1977 murieron 42 personas en un tumulto). En mis años de juventud solía participar y observar con curiosidad todo tipo de mítines de cualquier grupo político, ya sea de derechas, izquierdas, nacionalista, conservador, socialista o social-demócrata.

El gobierno prohibió el pasado 1 de mayo cualquier tipo de manifestación en la plaza. Por otro lado, y como saben todos los Estambulitas, el cuartel de artillería, el único espacio verde del centro de la ciudad, se iba a convertir en un centro comercial. Que los grandes cambios en esta zona que guarda los recuerdos de millones de personas y en el parque que está justo detrás lleguen a ser planificados sin contar con los ciudadanos de Estambul y a que se talen árboles deprisa y corriendo es un gran error del gobierno de Erdoğan. Sin duda, esta indiferencia política radica en la con el tiempo creciente actitud opresora y autoritaria del gobierno.  Ver que los Estambulitas no van a dejar que les arrebaten fácilmente ni sus recuerdos ni su derecho de llevar a cabo manifestaciones políticas en Taksim me da esperanza y confianza en el futuro.

Como me imagino que todos habréis leído ya en los periódicos, 211 lectorados del AECID han sido cancelados, entre ellos los dos que había en Turquía (Estambul y Ankara).

No hay mucho que podamos hacer dada la actual situación, pero por lo menos firmad esta petición en ACTUABLE y hagamos notar que a muchos aún nos importa que nuestra lengua tenga presencia en el mundo y que apoyamos el trabajo de todos los profesores de español que acaban de perder su trabajo.